Numismática japonesa: Natsume Sōseki y mil yenes

              El coleccionismo como tal no tiene fronteras. Durante mi último viaje a Japón, aparte de la búsqueda más típica de libros y juegos para la que se deja la maleta bien vacía en la ida, allá donde fuera me entretenía juntando cosas cuando menos simpáticas. En la prefectura de Saga, me dediqué a buscar cromos de tapas de alcantarilla de Romancing SaGa tanto en la ciudad homónima como en la colindante de Takeo. Mientras estuve en Ōsaka, fueron muchos los templos a los que acudí para pedir que me dedicaran una firma escrita a pincel en un libro de papel grueso (御朱印, goshūin, que se plasman en el 御朱印帳, goshūinchō), e incluso cuando acudí al Tokyo Game Show, uno de los retos más simples que tenía era el de acumular la mayor cantidad posible de abanicos de mango largo (団扇, uchiwa) que repartían gratis en los puestos de cada juego. Aun así, desde hacía un tiempo tenía las miras puestas en un capricho en el que tenía un interés de fondo, pero que nunca se me iba del todo: quería comprar un billete de 1000 yenes con la cara del celebérrimo autor japonés Natsume Sōseki.

              Por poner en contexto a quien me lea, toda la vida me he entretenido coleccionando cosas absurdas. De pequeño, me parecía que los diseños de los botes de champú con promociones limitadas eran algo que debía conservarse para la posteridad. Los números de teléfono, algo increíble de lo que debía acumular cuantos más, mejor, aunque vinieran en el dorso de una botella de Central Leche Asturiana para contactar con Atención al Cliente. En ese sentido, desde entonces he tomado conciencia plena (o parcial) de mis propias manías y he logrado reenfocarlas con cierto éxito a acumular libros que me parecen indispensables: diccionarios, papeles y folletos de principios del siglo XX (con alguna cosa del s. XIX). Ya hablaré largo y tendido de esos temas en otros artículos, pero lo importante es que ese interés por la conservación de reliquias del siglo pasado me llevó de forma indirecta a descubrir el billete de mil yenes de Sōseki.

              Ni siquiera recuerdo cómo me enteré de que existían, pero puedo suponerlo: un recurso habitual para establecer la cronología de una historia que transcurre en Japón es a través de las monedas y billetes que se emplearan en aquel momento. Si quisiera contextualizar una obra en un periodo concreto, podría mencionar que cuando las máquinas expendedoras no reconocen como cambio billetes totalmente válidos, es porque no reconocen la primera variante de la era Reiwa al igual que muchos otros sistemas aún habituados a las series anteriores. Puedo remontarme unos años atrás para hacer una referencia al polifacético Inazō Nitobe, no por el estudio de su prólija carrera como tal, sino porque durante los años 1984 y 2007 su cara estuvo impresa en la mayoría de billetes de cinco mil yenes en circulación. Incluso podemos viajar más atrás para anécdotas tales como que entre 1948 y 1953 se emitía papel moneda por valor de 5 sen, apenas una veinteava parte de un yen. En ese sentido, Natsume Sōseki acompañó entre 1984 y 2007 a la denominación de valor más accesible en billete, lo que significa que es probable que haya visto alguna referencia por el estilo.

              Al cambio de hoy en día, 1000 yenes son seis euros. Aunque estuviera fuera de circulación, supuse que un billete de valor tan bajo y retirado hace apenas 17 años no podía ser demasiado caro. Así fue como en Kioto, la última parada del viaje que emprendí el pasado mes de septiembre, decidí acudir a una tienda especializada para hacerme con uno antes de que la especulación, la escasez o incluso la propia vida hicieran de las suyas y no tuviera ocasión de comprarlo más adelante. Acompañado por un amigo, nos pusimos Sagano Coin como destino; un negocio al que se llega desde el Pabellón Dorado por la línea 205 de guagua hasta la parada de Taishimichi (así fuimos nosotros, pero hay formas más prácticas y menos turísticas). Luego, diez minutos a pie nos llevaron hasta un local bastante pequeño en el que apenas cabían unos tres o cuatro clientes bien apretujados. Mi amigo se quedó fuera, mientras yo preguntaba por aquel billete que traía a un desubicado como yo a las nueve de la mañana a lo que a todas luces era un negocio familiar: me atendieron el padre y la hija, mientras la madre estaba en la habitación contigua, que entendí como el salón de su propia casa y que se veía de par en par desde el mostrador. Mientras preparaban el billete con cuidado (seleccionándolo de un fajo, metiéndolo en un plástico protector que a su vez iba dentro de un sobre), me puse a observar las demás monedas que estaban en los expositores a mi alrededor. Allí tenían de todo: además de las monedas propias de Japón, una sección estaba dedicada a billetes «del mundo», entre los que se incluían divisas de países tan variopintos como Zimbabue, Rumanía o Chipre. También descubrí monedas y billetes bastante antiguos que alcanzaban los 20 000 yenes (120 €), así que dejé de mirar antes de que entrara en un pozo/hobby/deber en nombre de la conservación del que luego me costara la vida salir. Al final, me dieron el billete bien envuelto por apenas 1900 yenes, con lo que la diferencia de 900 yenes no era muy dolorosa. Lo admiré por un momento, presumí ante mi amigo de que había comprado algo «excepcional» y lo puse a buen recaudo en la mochila. Con las prisas propias del viaje, no volví a tocarlo hasta que estuve de vuelta en mi hogar y lo saqué para presumir de él una vez más, en esta ocasión ante mi pareja.

              Pero hablemos del papelito en sí. Que yo sepa, entre 1984 y 2007 llegaron a publicarse hasta seis variantes del mismo billete. Aunque las bases de diseño no cambian nunca (Sōseki en el anverso, dos grullas en el reverso), cada variante cuenta con características exclusivas. No soy un experto en la materia, pero las dejo por aquí con sus fechas:

  • 1 de noviembre de 1984: El original, el primero del lote. El número de serie bancario va impreso en color negro, no incluye sello iridiscente ni microimpresión. Procede de la Oficina de Impresión Nacional del Ministerio de Tesorería.

  • 1 de noviembre de 1990: La primera variante. El número de serie bancario va impreso en color azul. Comparte la falta de sello iridiscente y de microimpresión, así como también procede de la Oficina de Impresión Nacional del Ministerio de Tesorería. Entra en circulación para compensar la falta de combinaciones de dígitos disponibles.

  • 1 de diciembre de 1993: La segunda variante, que incorpora muchas novedades. En primer lugar, el número de serie bancario va impreso en marrón, pero además se añade el sello iridiscente y la microimpresión. Procede de la Oficina de Impresión Nacional del Ministerio de Tesorería. Entra en circulación para incorporar estas medidas antifalsificación.

  • 3 de abril de 2000: La tercera variante, en la que el número de serie bancario va impreso en color verde oscuro y ya no se modificará más hasta la próxima serie. Lleva incorporado el sello iridiscente, la microimpresión y procede de la Oficina de Impresión Nacional del Ministerio de Tesorería. Entra en circulación para compensar la falta de combinaciones de dígitos disponibles.

  • 14 de mayo de 2001: La cuarta variante. A partir de aquí, tanto el color verde oscuro como el sello iridiscente y la microimpresión son los mismos, pero varía el fabricante: ya no se ocupa la Oficina de Impresión Nacional del Ministerio de Tesorería, sino la Oficina de Impresión del Ministerio de Finanzas.

  • 1 de julio de 2003: La quinta y última variante, de color verde oscuro, sello iridiscente y microimpresión, pero vuelve a haber un cambio de fabricante: ya no se ocupa la Oficina de Impresión del Ministerio de Finanzas, sino la Oficina de Impresión Nacional Central.

              En la práctica, aunque existan hasta seis tipos del mismo billete, la gran mayoría de personas solo podemos distinguirlos por el cambio de colores del número de serie, con lo que las tres últimas variantes se engloban como «de color verde oscuro». En mi caso, el billete que compré por 1900 yenes corresponde a la primera categoría: tiene el número de serie en negro, no lleva sello iridiscente ni tampoco microimpresión. En Rakuten, un billete con el número de serie marrón se vende por 24 200 yenes (148 euros), mientras que uno con el número azul se vende por 19 800 yenes (121 euros). Por lo que se ve, los de color negro son mucho más abundantes y no merecen tanta consideración, lo que para mi bolsillo es todo un alivio. Aun así, me temo que la cabra tira al monte: no dejo de pensar en los billetes de 2000 yenes en circulación (aunque cueste lo suyo verlos), en cuyo reverso se muestra una escena del Genji Monogatari junto a un retrato de Murasaki Shikibu. En los billetes de 5000 yenes en circulación, la escritora Higuchi Ichiyō ocupará el anverso hasta 2027. Si sigo tirando del hilo, lo suyo es que aproveche para juntar al menos un billete de la Serie E (2004-2027) antes de que dejen de estar de circulación, ¿no? En cuyo caso, tendría que acompañarlos de los de la Serie F que han salido este año. Teniendo las series E y F en mi haber, quizá Sōseki se sienta muy solo en la Serie D. Por lo tanto… Hasta el próximo artículo.